Pacto social, ¿SI O NO?

En primer lugar, es necesario entender a que refiere el concepto de pacto social, para lo cual nos conviene hacer un repaso por la historia.

El término “contrato social” perteneció en sus inicios a Jean-Jacques Rousseau, quien lo entendía cómo un acuerdo entre miembros de un grupo en donde definen sus derechos y deberes (Estefanía, 2018). En Europa surge la necesidad de creación de un pacto/contrato social luego de la segunda Guerra Mundial, una vez finalizado ese período tan devastador, como lo fue la consecución de ambas guerras mundiales (con decenas de millones de muertes) sumado a la Gran Depresión (1914-1945). Dicho pacto/contrato social establecía pautas para poder salir adelante como sociedad, determinando que la formación intelectual, educación, esfuerzo, honradez y voluntad asegurarían el bienestar de todos los ciudadanos. Las instituciones democráticas impulsarían el desarrollo económico general, lo cual sumado al compromiso del tejido empresarial para reactivar sus actividades fomentaría la fuerza de empleo asegurando así que la clase media-alta mantenga sus beneficios y que la clase media-baja pueda tener un trabajo, cobrar salario y por tanto poder proyectarse, acceder a calidad de vida y conseguir estabilidad.

Existió un consenso basado en el diálogo entre las élites políticas, económicas y sociales para encontrar un equilibrio entre Estado y mercado con el objetivo de poder tener paz, pleno empleo e igualdad a través del Estado de bienestar.

Por tanto, la sociedad vivió épocas de guerra, enfrentamientos, crisis económicas y sociales en donde primaba la polarización, tensión social, defender los intereses individuales por encima de los globales al punto de arrasar con vidas, economías, empresas y países. Sin embargo, una vez finalizado el periodo de turbulencia, se enaltecieron valores un poco arrumbados como la solidaridad, el respeto por la opinión del otro y el trabajo en equipo lo que permitió, a través del sentido común, considerar objetivos comunes para aunar fuerzas y salir adelante en beneficio de todos y cada uno de los individuos.

Resulta que avanzamos en los años, acontece una revolución tecnológica, una creciente globalización que impulsa al desarrollo de la economía, pero en términos humanitarios la sociedad retrocede.

Pasamos a percibir nuevamente polarización, individualismo con ilógica competición de unos con otros, tensión aparente entre países, partidos políticos, empresas y hasta entre los propios ciudadanos, crispación exacerbada por la proliferación de noticias, comentarios y opiniones en las redes sociales que fomentan los debates de bloques desde identitarios culturales más que ideológicos, perdiendo por tanto el poder innato que como seres humanos tenemos de ser críticos, discutir los temas con fundamentos para enriquecernos a través del intercambio de ideas, argumentos buscando alcanzar consensos, los que solo son fructíferos mientras participen las más diversas opiniones y visiones ya que se obtienen decisiones más equilibradas, sostenibles y beneficiosas para grupos sociales con mayor representación de todos los sectores. Somos una población cada vez más engañada, desinformada por los medios digitales que tienen incorporados algoritmos para mostrarnos solo lo que queremos ver, información con sesgos para lograr el beneficio económico de las empresas tecnológicas que es mantenernos más tiempo en pantalla, que hagamos clics en sus publicidades y que opinemos, compremos y compartamos sus contenidos. Por cierto, algoritmos que no miden ni evalúan la incesante radicalización social que llevan consigo.

Y… llega el COVID-19.

Crisis sanitaria a escala mundial, fronteras cerradas, personas aisladas, economía estancada. Crisis que nos ayuda a esclarecer aún más los problemas que ya tiene la sociedad pero que no deja visualizar cuáles serán las posibles soluciones/salidas. Hay tantas opiniones como personas, pero hace falta un verdadero liderazgo que sea valiente, arriesgado que saque la sociedad, economía y país adelante, que acepte sus errores, fallas y esté dispuesto a proponer mejoras de forma transparente y comprometido con el bien común.

Pero, ¿Quién debería ser el líder de tan majestuosa responsabilidad? ¿sobre quién recae este rol?

Y es aquí donde mi respuesta es TODOS, siendo necesario para ello crear un pacto social.

Pacto que debe partir por identificar cuáles son las necesidades actuales, las prioridades, marcar desde allí nuestros objetivos como sociedad, por los que todos en conjunto, desde nuestro rol, nos esforzaremos en alcanzar. Un pacto que se realice a través de las reglas de juego de la democracia, en donde todas las partes respetan los derechos de los demás, predomine el pluralismo, el pensamiento crítico y se cuente con la disposición generosa de políticos, empresarios y sociedad civil para buscar continuamente consenso, colaboración y solidaridad en contraposición con polarización, confrontación o competitividad. Un pacto que tenga como objetivo final la recuperación del país con todo lo que ello conlleva; reactivación económica, mejoras en el sistema de salud, educación, acuerdos intergeneracionales respecto al pago de la deuda, pensiones, cuidado del medioambiente, diversificación del modelo productivo, fomento de la inversión y reducción del desempleo. Un pacto que busque concientizar e incentivar la importancia de tomar las riendas de la salida de esta crisis, porque de grandes crisis surgen grandes oportunidades, pero hay que buscarlas, dar el paso al frente y asumir la responsabilidad cívica de llevar a cabo la profunda transformación social que se necesita para definir y proyectar un futuro próspero para todos.

Y el futuro ya está aquí, se construye a partir de hoy y con la colaboración de todos nosotros, por tanto, pacto social SI y basado en las mismas pautas y valores que nos han permitido los verdaderos avances como sociedad: formación intelectual, educación, esfuerzo, honradez y voluntad.

Bibliografía:

  • González, G., 2020. Un nuevo y necesario contrato social. [online] ElDiario.es. Disponible en: <https://www.eldiario.es/contrapoder/nuevo-necesario-contrato-social_132_1001629.html> [Último acceso: 6 05 2021].
  • Coscubiela, J., 2020. Tres buenas razones para un pacto social. [online] ElDiario.es. Disponible en: <https://www.eldiario.es/opinion/zona-critica/buenas-razones-pacto-social_129_2259850.html> [Último acceso: 6 05 2021].
  • IPS Agencia de Noticias. 2020. El estado en el siglo XXI contra el contrato social. [online] Disponible en: <http://www.ipsnoticias.net/2020/09/contrato-social-siglo-xxi/> [Accessed 6 05 2021].
  • Estefanía, J., 2018. Necesitamos un nuevo contrato social. [online] EL PAÍS. Disponible en: <https://elpais.com/economia/2018/09/14/actualidad/1536939958_497803.html> [Último acceso: 6 05 2021].

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